Consideremos la siguiente afirmación: Dado un reloj analógico (de los de agujas) cuyo mecanismo esté parado, con las agujas en cualquier posición, éstas señalan la hora correcta dos veces al día. ¿Es eso cierto eso? Desde luego que sí, pues la hora señalada por la posición de las agujas del reloj coincidirá, en un período de 24 horas, con la hora correcta dos veces al día: una primera vez entre el mediodía y las doce de la noche, y, una segunda vez entre las doce de la noche y el mediodía del día siguiente; y, así, eternamente. Desde luego, es una trivialidad. Y, por supuesto, sobra decir que el reloj parado ya no sirve para medir el paso del tiempo; es decir, ya no es tal "reloj", lo cual ha dado pie a fraguar esta frase, utilizada como alegoría para hacer hincapié en la falsedad de supuestos logros que inadvertidamente pudieran pasar por novedosos, careciendo éstos sin embargo del menor interés y no aportando nada en realidad.
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